Los extraños la seguían en cada lugar adonde iba, o se quedaban mirándola fijamente, o la abordaban para hacerle propuestas indecentes. Esta situación acentuó la timidez natural de Veronika y causó que comenzará a resentirse de su propia belleza, pensando que era la causa por la cual los hombres no la trataban y respetaban como la mujer con metas, talento y ambición que era, sino que solamente veían en ella un codiciado objeto de deseo sexual.
Como mecanismo de defensa comenzó, conscientemente, a hacerse menos atractiva, a privarse de maquillaje y a vestirse con prendas holgadas que ocultaran sus formas. Incluso llegó a raparse su cabeza como un muchacho. Sin embargo, la lucha por alcanzar sus sueños continuaba, en un mundo machista y cada vez más competitivo.
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