La diseñadora española no desfiló en la pasada edición de 080, quizá porque sus equilibrios con los tejidos, que moldea como si se tratase de ejercicios de papiroflexia, se adaptan mejor a la pasarela parisina. Un desfile breve en blanco, negro, rosa, rojo, azul y dorado en el que los minivestidos se arrugan y drapean hasta conformar lazos enormes o volantes escultóricos y los encajes troquelados enriquecen las prendas en negro como los ventanucos alegran la sobriedad de la vida monacal.
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